Testimonio del yagé, por Diego Armando Garzón Castillo.
Refugiado en la marihuana para "relajarme", mi vida comenzó a tornarse en vivir por vivir y caer en trabajar para darme "buenos gustos", comprar ropa de marca, ir a las discotecas y restaurantes de moda, tomar fotos y aparentar que era feliz. Cuando no era así. En mis momentos de soledad me sentía vacío y esos vacíos me llevaron al consumo de drogas y alcohol. Después de unos buenos años y en varios intentos por dejar ese estilo de vida, ya que me case y tuve una hija, me costaba mucho, porque seguía sintiendo ese vacío y las drogas era lo único que me hacía olvidar esa inconformidad que sentía. Un día de mucha depresión y cansado de este sentir en mí, me arrodillé en la sala de mi casa y llorando como niño pequeño clamé a Dios pidiendo que me ayudara a quitar ese sentir en mi vida. Al día siguiente apenas abrí los ojos tuve el sentir de buscar el yagé. Lo más cercano que había escuchado del yagé fue en un programa de Pirry. Al buscar en internet sobre el yagé me encontré con comentarios que no brindaban seguridad y por un segundo dije: No, eso no es para mí. Pero al recordar que después de orar y llorar a Dios esta fue la respuesta que me llegó, comencé a buscar y por medio de una profesora que tuvo mi esposa en el colegio llegue a un grupo que da yagé cerca a Bogotá. Ese mismo fin de semana fui con toda la expectativa y el miedo, en esa ocasión la cita fue en Arbeláez, Cundinamarca. Apenas llegué la mente me decía: Usted que hace aquí, en una finca con esta gente extraña sin saber que le puedan hacer, mejor váyase; pero estaba la otra parte que me decía: Esta es la respuesta de Dios. Cuando comenzó Ricardo, el chaman a explicarnos en que consistía la terapia del yagé, me fui sintiendo más seguro y tranquilo de lo que estaba haciendo. Se hizo un ritual con un canto muy bonito que me conectó con el entorno. Cuando comenzaron a dar el yagé a las personas nuevas me volvieron los nervios, pero por dentro yo clamaba a Dios que me protegiera y ayudara a sanar eso en mí que no me dejaba ser feliz y tener calma. Tomé esta bebida que me hizo erizar la piel, después de esperar un buen rato no pasaba nada y veía como las demás personas si estaban experimentando algo y yo no. Le pregunté a Felipe, una persona que apoya el grupo y é me dice solo vívalo, siéntalo.
Fui al baño después de un fuerte cólico y dejándome llevar por las sensaciones internas inexplicables, pero agradables fui cayendo en un sueño profundo. Sentí como si yo me estuviera derritiendo y la tierra me absorbiera como líquido. Me vi en el vientre de mi madre y comencé a recordar varios sucesos de mi vida desde pequeño hasta mi adultez. Era mágico con la dulzura y paz que me mostraban esto; por momentos abría los ojos para saber si estaba bien y me encontraba ahí mismo, acostado sobre el pasto; cerraba los ojos y me sumergía de nuevo en esa sensación de paz y amor. Siempre describo que fue como si me hubieran conectado una USB a la cabeza y me hubieran pasado esa información a mi mente. En ese momento cayó agua y escuchaba como las personas se iban a cubrirse para no mojarse. Pero yo seguía ahí, feliz; cada gota de agua era una caricia, era amor puro. Cuando desperté por completo me dio algo de nostalgia por el tiempo valioso que perdí de mi vida, en cosas equivocadas, sentí como si me hubieran quitado una venda de los ojos, donde estaba viviendo una vida que no me pertenece, donde me dejé cegar y vivir la vida que nos impone este mundo desde que nacemos; pero en realidad nuestra vida va mucho más allá de lo que nos enseñan, donde el hombre nace, se reproduce y muere. Vinimos a este mundo a muchísimo más que eso. Comprendí que mi verdadero ser era el que estaba inconforme con el estilo de vida que adopté, que este cuerpo que tenemos como vehículo para movernos nos mueve mucho los instintos, que el reto día a día es saber enfrentarnos a esos instintos, deseos, pensamientos; que no debemos dejarnos dominar; que la felicidad está en las cosas más simples.
A partir de ese 21 de mayo del 2017 soy un hombre nuevo; volví a nacer. Dejé atrás ese estilo de vida que se me había dificultado tanto dejar y comencé un trabajo a más profundidad junto a mi esposa que también comenzó a tomar remedio. Hoy después de más de 2 años sigo tomando esta bebida sagrada que Dios, regalo a la humanidad para nuestra sanación y estoy muy agradecido con este maravilloso grupo de sanación, encabezado por Ricardo López y Andrés Forero: los chamanes y todas las personas que lo integran. Con mi testimonio quiero que la persona que se sienta identificada o tenga un sentir por esta medicina consulte su corazón. Esa es la llave de la verdad; no dejarnos creer por los estigmas que hay en los que asocian esta ciencia con brujería, con algo oscuro, porque lo verdaderamente oscuro en nuestro camino son las creencias con las que nos tienen sometidos.